La primera vez que salimos de Europa fue a principios del verano de 2009. Tan sólo habíamos estado en Lisboa, Milán, París y Praga, por lo que teníamos muy poquito bagaje viajero a nuestras espaldas.
El sitio elegido para pasar unos días fue Estambul, de la que la gente hablaba maravillas y en la que decidimos pasar una semana entera.
Una ciudad con una larguísima historia por donde han dejado sus huellas distintas civilizaciones. Nexo de unión entre Europa y Asia a través del Estrecho del Bósforo, la ciudad queda dividida en una zona europea y otra asiática. Una ciudad llena de bazares, gente hospitalaria y prodigiosas mezquitas cuyos minaretes parecen lápices que pinchan el cielo.
Jamás olvidaremos las explosión de sonido y colores que sentimos al llegar al puerto de Eminönü, con todas las mezquitas haciendo la llamada a la oración. Creo que ese fue el preciso momento en el que nos enamoramos irremisiblemente de viajar y el virus viajero infectó nuestro organismo.
Pasados los años, continuamos pensando que Estambul es una de las ciudades más fascinantes en las que hemos estado. Esperamos que este diario os anime a visitar esta maravillosa ciudad.
DIA 1: JUEVES 18 JUNIO 2009
Llegamos pasado el mediodía a Estambul, concretamente al aeropuerto Atatürk, en un vuelo directo desde Madrid.
Una vez aterrizados, cogimos el metro para dirigirnos a nuestro hotel en la zona de Sultanahmet, sorteando previamente a un taxista espabilado, que decía que se tardaba 2 horas en metro al centro, :).
Tomamos el metro en la estación Atatürk Havalimanı (Havalimanı = Aeropuerto) hasta la de Zeytinburnu. Allí cambiamos al tranvía T1 desde la parada de Zeytinburnu hasta la de Sultanahmet.
Desde ahí fuimos caminando hasta el Naz Wooden House (Akbiyik Degirmeni Sk, 7). Se trata de un pequeño hotel tradicional ubicado en una bonita casa de madera y decorado con muebles rústicos y artesanía turca. Las habitaciones son sencillas, pero está en una ubicación inmejorable, a pocos metros de la Plaza de Sultanahmet, una de las plazas más bonitas del mundo. Aunque su verdadero tesoro es su terraza, donde podrás desayunar con unas increíbles vistas a la Mezquita Azul y Aya Sofya (Santa Sofía). Hay bastantes hoteles con terrazas con esas vistas por la zona de Sultanahmet, os aseguramos que es un lujazo.
Tras dejar las cosas, fuimos hasta la Plaza de Sultanahmet, sólo por ver esta plaza merecería la pena visitar Istanbul.
A un lado, la antiquísima Santa Sofía (año 360), antigua catedral ortodoxa bizantina, después por un corto periodo de tiempo catedral católica, posteriormente mezquita durante casi 500 años y hoy en día convertida en museo. Si por fuera su aspecto es imponente, su interior es grandioso. Seguramente uno de los monumentos que más nos han gustado, y algo que merecería la pena verse al menos una vez en la vida. Este día tan sólo nos contentamos por verlo por fuera:
Al otro lado de la plaza, y pareciendo desafiar a Santa Sofía, se encuentra la Mezquita Azul o Mezquita de Sultanahmet, la única de la ciudad que consta de seis alminares. Áquella roja, ésta azul. Las dos grandiosas. Es difícil quedarse con una:
Por si fuera poco, unos cuidados jardines y fuentes separan ambas obras de arte:
Teníamos planeado cruzar el estuario del Cuerno de Oro a través del Puente de Galata. Este puente separa los barrios históricos de Estambul (Sultanahmet, Eminönü,…) de los barrios más modernos (Galata, Besiktas, Taksim, …). Todos estos barrios se encuentran en la parte europea de la ciudad. A su vez todos estos barrios se encuentran separados de la parte asiática de la ciudad a través del Estrecho del Bósforo.
Para llegar hasta el Puente de Galata, tomamos la calle Alemdar Caddesi, y al poco te encuentras con la Sublime Puerta. Era la puerta de entrada a las dependencias del Gran Visir cercana al Palacio de Topkapi, donde el sultán recibía a los embajadores extranjeros:
En algunos edificios de esta calle, se notaba el paso de los años, dándole un toque decadente:
En Hüdavendigar Caddesi, comprobamos que los estambulís son muy golosos. Encontrarás por todos lados tiendas de delicias turcas (Rahat lokum ó Turkish Delights).
Un pelín más adelante, llegamos a la Estación de Tren de Sirkeci. Esta era la primera (ó última parada) del famoso tren Orient Express, que unía París y Estambul:
Enseguida llegamos al animado puerto de Eminönü, ya atardeciendo y la ciudad iluminándose poco a poco:
Pasamos al lado de la coqueta Mezquita Nueva (Yeni Cami), la cual visitaríamos otro día:
En los laterales del puente de Galata, hay un montón de restaurantes y cafeterías para tomar algo. Se trata de una zona muy bulliciosa, durante el día verás numerosos pescadores:
La zona al otro lado del puente se denomina Karakoy, allí tomamos el bus 74,74A desde Karakoy hasta Taksim.
La Plaza Taksim es una de las plazas más famosas de la ciudad. Es frecuentemente tomada para manifestaciones de todo tipo. Nosotros la vimos siempre rodeada de vallas de la policía. En el centro de la plaza se encuentra el Monumento a la República:
Desde aquí tomamos la calle Istiklal Caddesi, también una de las más famosas de la ciudad. Una alargada calle, repleta siempre de gente:
Todavía circula un tranvía nostálgico, al estilo del famoso tranvía 18 de Lisboa:
Cenamos en el Haci Abdullah (Ağa Camii Yanı Sakızağaci Caddesi, 17), donde probamos el plato típico llamado Imam Bayildi (el «imam desmayado», en realidad, berenjenas rellenas), especialidad del local:
Decidimos tomar el postre en otro local, la pasteleríaSaray Muhallebicisi (İstiklal Caddesi, 107):
Seguimos paseando por esta animada zona, donde hay calles repletas de restaurantes como Sahne Sokak (Mercado de la Pesca) o Nevizade Sokak:
También visitamos el engalanado Pasaje de las Flores (Cicek Pasaji):
Desde aquí, cansados de la caminata decidimos coger un taxi, el cual nos acercó como un loco hasta Sultanahmet. Conducen bastante mal, y los taxistas usan muchísimo el claxon. Muchas veces te pitan cuando vas andando, para ver si necesitas sus servicios. Además éste tenía trucado el taxímetro porque corría a una velocidad de vértigo. mientras miraba por el retrovisor a ver si nos dábamos cuenta de la maniobra.
Todavía tuvimos fuerzas para visitar de noche la preciosa Plaza de Sultanahmet, ¿con cuál os quedáis vosotros con la Mezquita Azul o con Santa Sofía?:
Lo último que vimos fue el Million, un miliario o mojón que marcaba el origen desde el que se miden las distancias de todas las carreteras que llevaban al resto de las ciudades del Imperio Bizantino, cuando la ciudad tomaba el nombre de Constantinopla: