DÍA 1: SÁBADO 13 ABRIL 2019
Durante la Semana Santa de 2019, nos animamos a seguir conociendo regiones de dos grandes países como son Francia y Alemania. Esta vez le tocaba el turno a parte de la Selva Negra en Alemania, fronteriza con la preciosa zona de Alsacia en Francia. La ruta fue circular, con coche de alquiler, entrando y saliendo por Frankfurt. Finalmente incluimos Luxemburgo, la cual teníamos ganas de conocer, al no pillar excesivamente lejos de Estrasburgo.
Tomamos un vuelo de Air Nostrum: MAD T4 (08:45) – FRA T2 (11:25) , aunque salimos con algo de retraso y llegamos pasadas las 12:00.
El coche de alquiler lo cogimos con Sixt. Es la tercera vez que alquilamos con ellos y todo perfecto. Teníamos reservado un Golf Variant, pero finalmente nos dieron un Renault Grand Scenic, y la verdad que muy bien. Lo único que tuvimos que esperar 15′ a que nos lo trajeran de la otra terminal.
Frankfurt – Heidelberg (80 KM, 1h)
Desde el aeropuerto de Frankfurt hasta Heidelberg, nuestra primera ciudad de la ruta, se tarda más o menos una hora por cómoda autopista.
HEIDELBERG
Dicen que es la ciudad más romántica de Alemania, y razón no les falta, principalmente por su hermoso castillo. No forma parte de la zona de Selva Negra, pero llegando a Frankfurt es buena idea incluirla en tu itinerario.
Nos alojamos en el Hotel Vier Jahreszeiten, sobre todo por su ubicación, justo al lado del Alte Bruck, ya que no íbamos a pasar excesivo tiempo en la ciudad.
Una vez dejado el coche en el Parking P12 (Zwingerstraße 20) (9€ por dejarlo desde que llegamos hasta que nos fuimos a las 10:30 del día siguiente) y acomodados en el hotel, salimos a conocer la ciudad. Teníamos esa tarde y un ratito de la mañana siguiente para rematar alguna visita.
Era ya la hora de comer, así que entramos al Palmbräu Gasse, sitio recomendable para dar buena cuenta de un codillo acompañado de una buena cerveza alemana.
Marktplatz
Se trata de la plaza principal del casco viejo y una de las más antiguas de la ciudad. Antiguamente tenía la función de alojar el mercado. En la parte oriental se encuentra el Ayuntamiento y enfrente la Estatua de Hércules (Herkulesbrunnen):
Heiliggeistkirche
En la parte occidental de la Marktplatz se alza la Iglesia del Espíritu Santo. Aunque los orígenes de la iglesia del Espíritu Santo se remontan al S. XIII, las labores de construcción continuaron hasta el año 1544. Presenta un estilo gótico tardío, coronada por una torre de 38 m.:
Exteriormente, lo que más nos llamó la atención fue la presencia de negocios abiertos en los bajos de la iglesia:
Hotel Zum Ritter (Casa del Caballero)
Completa esta plaza, un edificio singular, que actualmente es un hotel y que incluso en tiempos funcionó como ayuntamiento. Se encuentra muy ornamentado y está construido en estilo renacentista tardío. La casa recibe su nombre de la figura ecuestre de San Jorge situada en la fachada, en la que también podemos ver retratos de la familia del constructor (un comerciante de paños francés), así como el escudo de armas de la familia:
Kornmarkt
Al lado de la Marktplatz, Kornmarkt es otra de las plazas que hay que ver en Heidelberg. Conocida anteriormente como «Nuevo Mercado», ahora es conocida como Kornmarkt (Plaza del Grano). Es una plaza preciosa rodeada de edificios con bonitas fachadas, con la Fuente de María en el centro y unas buenas vistas al castillo de Heidelberg:
Karlsplatz
Debe su nombre al Duque Carlos Federico de Baden. Está situada muy próxima a Kornmarkt y Marktplatz.
Es una de las plazas más bonitas de la ciudad, de forma rectangular, en ella se encuentran bonitos e interesantes edificios, como la Academia de las Ciencias (Akademie der Wissenschaft), la Casa Mittermaierhaus y el Palais Boiseeriè.
Desde Karlsplatz, se disfruta de una espléndida vista del Castillo, todavía más limpia y espectacular que desde Kornmarkt:
Castillo
Pero la visita estrella de la ciudad es su maravilloso Castillo romántico. Se puede acceder a pie o bien más cómodamente desde un funicular que sale desde Kornmarkt.
En la taquilla del funicular se coge la entrada al castillo que da derecho a usar el funicular. Es un funicular moderno (09:00 – 17:10, cada 10′), que en 2 o 3 minutos te lleva hasta el castillo. Una vez arriba, puedes continuar andando al castillo o bien tomar otro funicular (requiere otra entrada), esta vez mucho más antiguo, que continúa ascendiendo para visitar el Königstuhl , una colina de 567,8 metros de altura en las montañas de Odenwald que ofrece vistas panorámicas de la ciudad y del Río Neckar.
El horario del castillo es de 08:00 – 18:00 y el precio son 8€ (funicular incluido). El castillo es de origen medieval, y aunque se encuentra parcialmente en ruinas, no le resta ni un ápice de encanto, al contrario le da ese toque bucólico y romántico tan presente en la ciudad:
Además durante nuestra visita empezó a chispear, y aunque parezca mentira, sirvió para realzar esa sensación:
Su origen data del S.XIII, época en que los Condes Palatinos renanos eligieron Heidelberg como ciudad residencial. A partir de ese momento, y hasta la Guerra de los Treinta Años (1618 – 1648), fue creciendo en reputación y sus magníficas construcciones renacentistas lo convirtieron en uno de los palacios más importantes del Sacro Imperio Romano Germánico. Sin embargo, aquella guerra y otras posteriores marcaron su declive ya que el castillo y sus jardines sufrieron cuantiosos daños, aunque por fortuna se han hecho esfuerzos para rehabilitar el castillo y poder ser disfrutado hoy en día:
Nada más entrar al patio del castillo, sorprende esta hermosísima fachada que te deja con la boca abierta:
En una de las dependencias del castillo, se encuentra una de las joyas de la visita: el Heidelberg Tun (Großes Faß), el cual es el barril de vino más grande del mundo (220.000 litros). Está acompañado por otros barriles también de un tamaño enorme, pero éste se lleva la palma. Es bastante difícil fotografiarlo entero:
Otra de las dependencias del castillo aloja el Museo de la Farmacia (Deutsches Apotheken-Museum) (10:00 – 18:00) (ult adm 17:40).
Muestra la historia y el desarrollo del mundo de la farmacia, desde la Antigüedad hasta el siglo XX y cuenta con muebles de farmacia curiosos y un laboratorio de alquimista:
Éste es el patio central, y aunque algunos edificios presentan un estado parcialmente ruinoso, no le resta nada de encanto:
No os olvidéis de visitar la terraza del Castillo, que ofrece muy buenas vistas de los alrededores:
Hortus Palatinate
Al salir del castillo, en lugar de volver al funicular, gira a la izquierda para visitar estos bonitos jardines barrocos anexos al castillo que ofrecen unas maravillosas vistas tanto del castillo en sí como del Río Neckar y todo el casco antiguo:
Brückentor
Una vez cogido el funicular de vuelta al casco antiguo, dirigimos nuestros pasos hasta el Puente de Carlos Teodoro o Alte Brück (Puente Antiguo), para ello pasamos por esta bonita puerta de entrada (lástima las obras de restauración) conocida como Brückentor:
Alte Bruck
Fue el Elector Palatino Carlos Teodoro, quien mandó construir el puente en 1786 en el lugar que ocupaba un puente de madera de finales del S XIII:
Os recomendamos cruzar el puente para obtener unas muy buenas vistas del Castillo y del casco antiguo de la ciudad. Desde aquí nace una senda, conocida como el Paseo de los Filósofos (Philosophenweg), que permite admirar la ciudad desde una posición más elevada:
Bajo una lluvia algo pesada, que no hacía agradable pasear, salimos a cenar al restaurante Schnitzelbank (Bauamtsgasse 7), un sitio muy auténtico, donde fueron muy amables al sentarnos en una mesa compartida con más gente. Cenamos unos schnitzel enormes, que estaban riquísimos. Totalmente recomendable.
Al día siguiente acabaríamos de visitar esta bonita ciudad y ya pondríamos rumbo a la Selva Negra (Schwarzwald), visitando los preciosos pueblos de Sasbachwalden, Gegenbach y Schiltach.
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